Amistades Tóxicas
La amistad es una relación de afecto recíproco entre dos personas que no pertenecen a la misma familia; los verdaderos amigos no se juzgan y permanecen a través del tiempo. La amistad implica confianza, honradez, complicidad, saber aceptar los defectos y cualidades de la otra persona, saber escuchar… es una comprensión sin necesidad de hablar, es poder compartir las alegrías, las penas, las lágrimas, las dudas…sin sentirse ni juzgado ni envidiado.
Una amistad debería generar bienestar, confianza, apoyo mutuo, alegrías…entonces, ¿por qué en ocasiones, cuando quedamos con un supuesto amigo o amiga al estar con él o ella o después de verlo/a, nos hace sentir mal? Posiblemente estamos ante una relación de amistad no sana. Una amistad tóxica es aquella que sencillamente no sólo no aporta nada positivo sino que invariablemente genera malestar; este malestar a veces es evidente y otras veces puede ser sutil, y aunque sea de una manera u otra, va minando a la persona.
¿Qué caracteriza a una amistad tóxica? Una amistad tóxica es aquella que, desde la hipocresía, pone buena cara por delante y critica hasta la saciedad a todo el mundo por detrás (¡incluyéndote a ti!). Es aquella que se alegra internamente de tus fracasos (¡y le cuesta ocultarlo!) y minimiza todo lo posible tus logros (ya que le dan rabia o envidia y los ve como amenazas).
Por el contrario, cuando es él o ella el que ha conseguido logros, se encarga concienzudamente de que todo el mundo lo sepa y lo valore…y si no es así, ¡lo reclama! Cuando necesites de su apoyo apenas lo tendrás y en los momentos felices estará siempre que pueda ganar cierto reconocimiento. Además, la persona tóxica también manifestará una manera rígida de ver las cosas. De esta forma, el control y la razón están por encima de todo. Siempre querrá tener la verdad absoluta: jamás te reconocerá que pueda estar equivocado o equivocada y tendrá la habilidad de “girar la tortilla” para que seas tú el que ha errado y sea él o ella el damnificado. Desde la perspectiva tóxica, si tu estima baja, su estima sube.
Acudiendo a la clasificación de personas tóxicas que hace Stamateas en su libro “Personas Tóxicas”, exponemos un resumen para que podáis identificar a las personas tóxicas de vuestra vida:
- El meteculpas: Hacen que te sientas culpable, con el objetivo oculto de pasarte la responsabilidad sobre lo que ha pasado y no reconocer sus posibles errores. Este tipo de gente tóxica siempre traslada un mensaje: «Tú me haces ser así», “hay otras maneras de hacer las cosas”.
- Envidioso: Siempre trata de buscar aliados criticando en abierto a los demás. Tiende a criticar aquello que siente que pueda amenazan su bienestar.
- Descalificador: Su objetivo es controlar tu autoestima, hacerte sentir poca cosa ante los demás para que él o ella pueda brillar y ser el centro de atención.
- Agresivo verbal: Los gritos, las contestaciones agresivas y fuera de lugar son sus armas para hacer a la otra persona sentirse incapaz, débil e insegura. Su objetivo es despertar miedo a su alrededor para ser respetado.
- El psicópata: Muestran una imagen que no se corresponde con su interior. Son tus ‘amigos’ mientras eres útil para conseguir sus propósitos. Una vez alcanzados te desechan. Siempre se ofenden por todo y hablan mal de todo el mundo. Se muestran incapaces de detectar el sufrimiento humano, carecen de una empatía mínima.
- El chismoso: Este tipo de persona difunde rumores de manera constante para menoscabar tu imagen. Busca notoriedad y hacer aliados.
- El quejoso: Se lamenta todo el tiempo. Es dependiente y espera a que el otro resuelva sus problemas. Tiene una mente cerrada, duda de todo y no tienen metas. El quejoso es tóxico para sí mismo y para los demás.
Si identificas que alguna de las personas que frecuentas te es tóxica (y decimos “te es” porque aquel o aquella que para ti es tóxico/a, para otra persona podrá no serlo), cuestiona si deseas mantenerla en tu vida. ¿Te sigue aportando algo? Si revisas y te das cuentas de que en realidad sólo te aporta negatividad, quizás es hora de cortar lazos. Si es una persona que debes frecuentar con frecuencia por las circunstancias (porque por ejemplo trabaja contigo o incluso forma parte de tu familia), mantén una distancia prudente suficiente como para que no te duela.
La vida es demasiado corta para malgastar tiempo en personas que te hacen sentir mal. No te ates a quien no se alegre de tus éxitos: por suerte, los amigos se escogen. Dedica tu tiempo y tus esfuerzos a las personas que valgan la pena, que te aporten algo y a los que puedas aportar y que hagan que tu vida sea mejor.