Se caracteriza por la preocupación excesiva en una amplia gama de acontecimientos y situaciones, especialmente por las circunstancias normales de la vida diaria, como son las posibles responsabilidades laborales, temas económicos, la salud de su familia, los pequeños fracasos de sus hijos y los problemas de carácter menor (p. ej., las tareas domésticas, la reparación del coche o el llegar tarde a las reuniones).
La persona tiene dificultades para controlar este estado de constante preocupación y manifiesta experimentar un evidente malestar o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de su vida. A la persona le resulta difícil olvidar estas preocupaciones para poder dedicar la atención necesaria a las tareas que está realizando, y todavía les cuesta más eliminar aquéllas completamente.
Tras una evaluación exhaustiva se establecen objetivos de tratamiento dirigidos a reducir los síntomas físicos, cognitivos y conductuales, y mejorar la calidad de vida de la persona.
El tratamiento psicológico conlleva un trabajo terapéutico que abarcaría las siguientes líneas generales: