Podcast Psicología: Mensajes Destructivos
Temporada 01, Episodio 14 – Los mensajes destructivos que debemos evitar
Itae es el primer centro especializado en la prevención y el tratamiento de la ansiedad, el estrés y el estado de ánimo. Somos un equipo de psicólogos y psiquiatras con una amplia experiencia.
Nuestro propósito es mejorar tu calidad de vida y por ello hemos creado también este podcast, porque sabemos que la psicoeducación es el primer paso hacia tu bienestar emocional.
Acompáñanos y descubrirás técnicas útiles para manejar tus emociones de una forma fácil y práctica.
Muy buenas soy Lorena Alfaro psicóloga de Itae y hoy vengo a hablaros de la comunicación y los mensajes destructivos.
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Empezamos hablando de comunicación y es que muchas veces hablamos con las personas que tenemos alrededor y parece que no nos entendemos. Nos ha pasado a todos. Para que la comunicación sea efectiva es importante tanto lo que decimos como el cómo lo decimos. Por eso una comunicación es correcta cuando el mensaje que mando (de forma oral o escrita) se recibe y entiende tal cual se envió, o lo más aproximado posible. Pero ¿Qué suele suceder? Pues que a veces asumimos que mandamos un mensaje, hacemos un comunicado y está bien hecho y que es la persona que lo recibe la que lo desencamina.
Para que la comunicación sea efectiva es importante tanto lo que decimos como el cómo lo decimos.
A ver, esto puede pasar, a veces por mucho que nos esforcemos cada uno entiende lo que quiere, pero si ponemos especial interés en construir el mensaje de manera adecuada, la probabilidad de que ocurra será menor y la comunicación será más efectiva.
Hoy os voy a hablar de los mensajes destructivos, es decir, de aquello que debemos evitar incluir en nuestro comunicado para que llegue al receptor o receptora de manera correcta.
Primer mensaje destructivo
Ordenar.
A veces lo hacemos sin darnos cuenta, pero cuando ordenamos algo a alguien, aunque sea con la mejor intención, estamos asumiendo que tenemos un poder sobre la otra persona, que es muy probable que no tengamos. Suele caer mal este mensaje. Podemos sustituirlo por una pregunta.
- Oye, tráeme la sal, por ¿podrías traerme la sal? ¿te importaría traerme la sal? ¿me harías el favor de traerme la sal?
Puede parecer cosa de poco, pero hacer este cambio implica que no damos por sentado que una persona vaya a hacer algo, y le consultamos su disponibilidad para hacer una determinada acción, es decir, tenemos en cuenta su opinión. Desde luego, no se recibe de la misma manera.
Segundo mensaje destructivo
Amenazar
Esto a veces lo hacemos mucho en forma de broma, en forma graciosa o con nuestros hijos. Lo primero, si amenazas con algo cúmplelo. Por favor. Que, si no tenemos un doble problema, el mensaje destructivo y que encima luego no se cumple y dejan de tomarte en serio.
Lo segundo, mejor no amenaces. Si algo tiene que tener consecuencias, que las tenga. Pero andar amenazando a los más peques o a otros adultos… no es una buena forma de fomentar las relaciones sanas, desde luego. He oído muchas veces lo de “yo me sé de uno que va a dormir en el sofá esta noche”, o “al final me cabreas y tenemos una discusión” o “como lo vuelvas a hacer, te dejo”.
Normalmente las amenazas se utilizan como pullitas, como indirectas, luego no se cumplen. Y crean un clima de desconfianza y miedo, que muy bien no viene para la comunicación saludable precisamente.
Tercer mensaje destructivo
Moralizar
Cuando en nuestro mensaje interpretamos si es correcto o no moralmente lo que la otra persona dice o hace, estamos asumiendo que moralmente estamos por encima y esto puede hacer que esa persona se ponga un muro tremendo y que no quiera contarnos nada. Escuchar sin juzgar es un arte, muy difícil a veces porque todos tenemos nuestros valores y principios y puede que no coincidan, pero si moralizamos y juzgamos a otras personas, acabarán por evitar comunicarse con nosotros.
Mensajes del tipo “lo correcto es hacer tal cosa, es de malas personas hacer esto” pueden ser sustituidos por “a mí me molesta cuando tú haces tal cosa, o en mi opinión no deberías hacer esto así, pero entiendo que lo hagas y es tu decisión”. Recordad que no juzgar a los demás es una cuestión de respeto y sin respeto no puede haber comunicación clara y adaptada.
Cuarto mensaje destructivo
Imponer soluciones
¡Cómo nos gusta solucionar la vida de los demás cuando no nos lo han pedido! Cuando una persona nos cuenta algo y le damos una solución, no estamos escuchándola realmente. Porque además suelen ser soluciones muy fáciles que podrían pensar por sí mismas. “ay chico, pues lo que tienes que hacer es irte de ahí”. “bueno, tú aprende a tranquilizarte y ya verás como va a ir mejor”. “pues no le hagas caso a lo que te dice”.
No vamos a resolver los problemas de nadie, a no ser que esa persona nos lo pida, nos pregunte que qué podría hacer, o cómo lo solucionarías tú, pero si no te ha dicho nada de esto, no le des una solución porque a menudo lo que todo el mundo necesita es desahogarse, contar aquello que le preocupa y que le escuchen. En vez de darle una solución puedes hacerle preguntas para que sea esa persona la que verbalice alguna solución, como, por ejemplo:
- ¿y qué vas a hacer?
- ¿qué puedes hacer para resolverlo?
- ¿se te ha ocurrido algo para solucionarlo?
Y si esa persona no ve la solución a aquello que te está contando, pero tú sí, tienes la solución perfecta, el consejo perfecto, antes de sentenciar con él: pregunta si puedes hacerlo. ¿Te puedo dar un consejo? ¿Quieres que te diga lo que haría yo en tu situación?
Respeta el momento emocional de esa persona y confía en la capacidad que tiene de resolver sus propios problemas. No le impongas soluciones.
Quinto mensaje destructivo
Criticar y ridiculizar
A veces lo hacemos de broma también, sin mala intención. O por costumbre. Evítalo, cuando ridiculizas o críticas a alguien la atención se va a esa parte del mensaje, y no al mensaje en su totalidad. No le va a llegar lo que le quieras decir si lo expresas de esta manera. A veces utilizamos esta estrategia de forma sutil, pero dolorosa igualmente, cuando no queremos agredir directamente a la persona, pero nos ha enfadado algo y ridiculizando nos desquitamos. La atención se va a centrar en la crítica y no en el mensaje, además, que no es la mejor forma de poner límites.
En vez de criticar y ridiculizar, sé consciente de que lo vas a hacer e intenta evitarlo y di las cosas claras, pero con respeto y amabilidad, aunque le estés rebatiendo un argumento, siempre con respeto y amabilidad.
Sexto mensaje destructivo
Interpretar lo que el otro pretende
A ver, todos interpretamos las intenciones de los demás y eso está bien, pero cuando nos creemos que esa interpretación es la única verdad verdadera, incluso aunque la otra persona nos lo niegue… estamos dificultando muchísimo la comunicación. Mensajes del tipo: tú lo que quieres es que yo me vuelva loco, lo que quieres decirme es que no me quieres, lo que pretendes es que tengamos una discusión, me dices eso porque te quieres vengar. Estás intentando que no salga nunca más.
Vamos a centrarnos en lo que nos dice la otra persona, en el mensaje que manda y a dejar al lado las interpretaciones, y en el caso de que las tengamos y creamos que podemos estar en lo cierto, podemos preguntar si eso es lo que pretende, si estamos entendiendo bien. Pero nunca sentenciéis con interpretaciones que a veces se podrán alejar muchísimo de la realidad, hacer daño a la otra persona y como resultado final, dificultar la comunicación.
Séptimo mensaje destructivo
Interrogar
Si queremos tener una conversación con alguien, no podemos hacerle un tercer grado. La otra persona puede sentirse agobiada o acabar pensando que desconfías. Y claro, esto no facilita que tengas una conversación tranquila en la que la información fluya y te acabes entendiendo con esa persona.
Por lo tanto, aunque puedas tener muchas dudas, muchas preguntas, intenta dosificar, priorizar las más importantes y, sobre todo, no poner en duda lo que la otra persona está respondiendo. Si decides no creer en lo que te responde, que puede pasar, no vuelvas a preguntar porque tampoco es que a la segunda te lo vayas a creer, ni a la tercera.
Y, por último,…
Lo que yo llamo la retirada traicionera
Esto de no nos estamos entendiendo, vamos a discutir o hemos empezado a discutir y me voy dejándote con la palabra en la boca. Esto empeora las relaciones y puede que evites que una discusión vaya a mayores, pero la próxima vez que tengas que hablar con esa persona de un tema complicado… ya has sentado precedentes sobre tu forma de actuar, te puede caer alguna pullita (mal por la otra parte) o puedes acabar utilizando otra vez esta estrategia, que te funcionó la vez anterior. Al final no se resuelve nada así.
En vez de eso, vamos a utilizar el tiempo fuera, que os explicaba con más detenimiento en el podcast anterior, si no lo has escuchado, te animo a que lo hagas.
Especificamos qué nos ha molestado, expresamos cómo nos sentimos, explicamos por qué vamos a hacer un tiempo fuera, cuánto va a durar y dónde vamos a estar. Y cerramos el mensaje diciendo que retomaremos la conversación cuando estemos en calma.
Y hasta aquí los mensajes que debemos evitar a la hora de comunicarnos, si os ha gustado darle a like y no os perdáis nuestra sección de recomendaciones.
Y como estamos hablando de formas de meter la pata en una relación, no me puedo ir sin recomendaros el libro de “diez maneras de cargarte tu relación de pareja” de Patricia Ramírez y Silvia Congost.
Como siempre me gusta decir, este libro, como cualquier otro, no sustituye a una terapia de pareja en caso de que se necesitara. Y puede que tengas que adaptar los ejercicios que proponen a tu situación y que algunos no te terminen de encajar. Estos libros nos sirven para hacernos una idea de cómo mejorar nuestra relación, pero si hay problemas, lo mejor es contar con un profesional que pueda ayudaros.
Si quieres seguir aprendiendo y disfrutando de cómo ser más estable emocionalmente y vivir una vida plena y feliz, puede seguir escuchando nuestros podcasts y si lo necesitaras puedes solicitar tratamiento con nosotros en Itae Psicología.
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Hasta el próximo episodio, un abrazo.
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