Nuestras ocho inteligencias
Probablemente, si te pidieran que “definieras” que es ser una persona inteligente, harías referencia a ser bueno en los estudios, tener muchos títulos y méritos educativos… Es decir, la mayoría de nosotros se centraría más bien en habilidades académicas. Pero existen algunas más, de hecho, según la teoría de las inteligencias múltiples del psicólogo estadounidense Howard Gardner, podemos diferenciar hasta ocho inteligencias distintas, lo cual significaría, que la inteligencia de una persona, no podría ser conocida simplemente por su inteligencia académica.
Howard Gardner señala que existen casos claros en los que personas presentan unas habilidades cognitivas extremadamente desarrolladas, y otras muy poco desarrolladas. Para ejemplificar esto, podemos pensar en nuestro entorno, todos conocemos alguna persona, que despunta por ejemplo en algún ámbito concreto como las matemáticas, la orientación o el arte y que, por otro lado tiene ciertas dificultades sociales. Un ejemplo que todos podemos reconocer son algunos personajes icónicos de la televisión, como pueden ser el doctor House, una eminencia médica pero muy poco hábil a la hora de mostrarse empático con sus pacientes, o Sheldon Cooper un físico teórico brillante, que incluso llega a ganar un premio nobel, pero incapaz de comprender adecuadamente la ironía, el sarcasmo o simplemente, darse cuenta de cuando está siendo ofensivo con alguien. Ambos pues, serían figuras brillantes en sus respectivos campos, pero poco hábiles socialmente.
Este tipo de casos, eso sí, en personas reales, fueron los que llevaron a Gardner a pensar que la inteligencia no existe, sino que en realidad, existen las siguientes inteligencias independientes: lingüística: Es la capacidad de dominar el lenguaje y comunicarnos con los demás de manera eficaz; lógico-matemática: como su propio nombre indica, este tipo de inteligencia se vincula a la capacidad para razonar de manera lógica y solucionar problemas matemáticos. espacial: Esta habilidad nos permite poder observar el mundo y sus objetos desde distintas perspectivas; musical: Todas las culturas tienen algún tipo de música, más o menos elaborada, lo cual lleva a Gardner y sus colaboradores a entender que existe una inteligencia musical latente en todas las personas; corporal-cinestésica: Es la encargada de hacernos capaces de utilizar herramientas, de tener control sobre nuestros movimientos corporales e incluso expresar sentimientos mediante el cuerpo; intrapersonal: Esta inteligencia nos permite comprender y controlar el ámbito interno de nosotros mismos, en lo que se refiere a la regulación de las emociones y del foco atencional; interpersonal: Se trata de una inteligencia que nos permite comprender al otro. Es decir, la inteligencia interpersonal evalúa la capacidad para empatizar con los demás y, por último, la inteligencia naturalista: La inteligencia naturalista permite detectar, diferenciar y categorizar los aspectos vinculados al entorno, como por ejemplo las especies animales y vegetales o fenómenos relacionados con el clima, la geografía o los fenómenos de la naturaleza. Esta inteligencia fue añadida algunos años más tarde al estudio original sobre las inteligencias Múltiples de Gardner, ya que el psicólogo consideró que se trataba de una de las inteligencias más esenciales para la supervivencia de cualquier especie, y por lo tanto, también para el ser humano.
Lo cierto es que todos tenemos estas ocho inteligencias en distintos niveles de desarrollo y todas, en mayor o menor medida, pueden afectar a otras áreas de nuestra psicología que aparentemente no estén relacionadas, como por ejemplo nuestra personalidad, nuestra autoestima o la forma en la que nos relacionamos con el mundo. Un ejemplo de esto último, podemos verlo en alguien que tiene la concepción clásica de inteligencia y, por ejemplo, en la escuela no se le daban demasiado bien las matemáticas o la lengua, tal vez eso le haya afectado en su autoestima incluso ya en la adultez, al considerarse una persona “poco inteligente”, y quizás eso incluso le condicionase en otros aspectos de su vida como en el trabajo o en sus relaciones personales.
De un modo u otro, todos nosotros tenemos fortalezas y algunos puntos débiles que pueden generarnos malestar e inseguridades. Algunos de estos posibles “focos de malestar”, pueden estar relacionados con cómo interpretamos el mundo, en base a cuales de las inteligencias anteriormente mencionadas tenemos más o menos desarrolladas. Por ello, es importante que reforcemos aquellos aspectos en los que podemos “cojear” un poco más, y para ello, es importante que aprendamos a conocernos a nosotros mismos, y nada mejor para ello, que emprender ese viaje de autoconocimiento, con un adecuado acompañamiento profesional, que ayude a que desarrollemos nuestra mejor versión. Por ejemplo, una persona que tenga grandes habilidades con todo lo relacionado con la inteligencia espacial o la lógico-matemática, quizás tenga dificultades con la inteligencia interpersonal y le cueste relacionarse con sus iguales o puede pasarse realmente mal si, debido a una carencia de inteligencia intrapersonal le cueste controlar las propias emociones y eso le lleve a tener dificultades en la interacción social y conflictos en algunos ámbitos de su vida (además de el malestar que le pueda generar el sentir como uno pierde el control de sí mismo). Todo ello puede conllevar baja autoestima o una pobre percepción de uno mismo, creando inseguridades que no le dejen destacar en lo que es realmente bueno. Si recurrimos de nuevo al ejemplo anterior, el de ese adulto que cuando estudiaba no se le daban bien las matemáticas y la lengua, tal vez al terminar la escuela, como piensa que es “poco inteligente” decida ponerse a trabajar y renunciar a continuar estudiando y prepararse para su sueño de llegar a ser médico. O quizás a esa persona se le dé maravillosamente la música, pero jamás llegue a saberlo porque se considere poco hábil como para poder aprender a tocar cualquier instrumento.
Por supuesto, todos y cada uno de nosotros somos seres únicos e irrepetibles, de modo que lo anterior es tan solo un ejemplo de situaciones que pueden darse respecto a nuestras ocho inteligencias, y de como la psicología puede ayudarnos en dichas situaciones para sanarnos. Cuando vamos a terapia podemos profundizar en nosotros mismos, podemos bucear a través de nuestras fortalezas, nuestras debilidades y, sobre todo, de los juicios y etiquetas que durante toda nuestra vida nos hemos puesto al interpretar dichas fortalezas y debilidades mediante todas nuestras experiencias vitales. Ir al psicólogo no nos hará mejores en matemáticas, o nos convertirá en virtuosos del pincel, pero nos ayudara a conocer qué importancia tiene para nosotros y qué podemos hacer para llegar a conseguir nuestro máximo potencial posible.