La característica esencial del Trastorno de Pánico con Agorafobia radica en la presencia de crisis de angustia inesperadas y repetitivas. Al menos una de las crisis se ha seguido durante 1 mes (o más) de uno (o más) de los siguientes síntomas: inquietud persistente por la posibilidad de tener más crisis, preocupación por las implicaciones de la crisis o sus consecuencias (por ej., perder el control, sufrir un infarto de miocardio, «volverse loco») y/o cambio significativo del comportamiento relacionado con las crisis. Es habitual que la presencia de crisis de ansiedad altere el funcionamiento de la persona que las padece hasta tal punto que aparezca un cuadro de agorafobia.
La agorafobia implica la presencia de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso) o donde, en el caso de aparecer una crisis de angustia inesperada o más o menos relacionada con una situación, o bien síntomas similares a la angustia, puede no disponerse de ayuda. Los temores agorafóbicos suelen estar relacionados con un conjunto de situaciones características, entre las que se incluyen estar solo fuera de casa; mezclarse con la gente o hacer cola; pasar por un puente, o viajar en autobús, tren o automóvil. Estas situaciones se evitan (p. ej., se limita el número de viajes), se resisten a costa de un malestar o ansiedad significativos por temor a que aparezca una crisis de angustia o síntomas similares a la angustia, o se hace indispensable la presencia de un conocido para soportarlas.
Tras una evaluación exhaustiva se establecen objetivos de tratamiento dirigidos a reducir los síntomas físicos, cognitivos y conductuales, y mejorar la calidad de vida de la persona.
El tratamiento psicológico conlleva un trabajo terapéutico que abarcaría las siguientes líneas generales: